Te doy mis manos
porque las desatas
y les enseñas a dibujar
el contorno de tu cuerpo.
Mi mirada (que es casi tuya)
pero sigue ciega
porque no conoce
el color de tus ojos.
Algunas palabras todos los susurros
y con eso lo tienes casi todo
porque nazco y muero
entre palabras y susurros.
Las horas y deshoras
que reman a contratiempo
y casi siempre llegan tarde
a los encuentros.
Mis noches
y con ellas mis insomnios
y mis viajes de luna
y mis visitas lejanas
a mares estrellados.
A cambio
no pido nada
y no es renuncia
es la certeza
de saber lo que sos
bajo la piel.