Hoy
te amo desde mi ausencia,
sentado
en el frío azul de una butaca
–
uno más en una hilera de rostros expectantes.
Rostros
sin habla con voces de abandono
perdidos
en la maraña de líneas telefónicas.
Rostros
de espera con labios cancelados
que
solo se abren para dar el tono de ocupado.
Uno
más, tan solo uno más
en
una sala de cabinas asfixiantes.
Y
pienso que no hacen falta líneas ni cabinas para amarte,
que
me gustaría desenredar en ecos la forma de tu voz
hasta
bordear el universo profundo de tus labios
y
llegar, ya sin eco, al encuentro de las palabras
que
tal vez dejarás de pronunciar.
Por
eso salgo al encuentro de la noche
y
toco sin prisa las palabras que nacen
y
mueren sin llegar al contagio del sonido.
Cargo
el eco en los bolsillos.
Abandono
las cabinas. Te busco
–Y
dejo que el silencio grite
boca
a boca.